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El vecino que te roba el Wi-Fi

Que te roben el Wi-Fi es una de esas desgracias habituales, como que tus progenitores te agreguen a Facebook o que te atraquen, pero que piensas que nunca que te va a pasar a ti. Hasta que te pasa.

Mi bloque es un edificio tiene unos 25 años por lo bajo, es uno de esos bloques que los constructores hacen con materiales de mierda y luego te lo cobran a precio de oro para blanquear dinero, las paredes son prácticamente de papel y se escucha todo, pero sus habitantes solemos ser más o menos respetuosos y no hay molestias (no hay música alta, griteríos, etc.).
Una de esas excepciones incivilizadas son mis vecinos de arriba, son la personificación de todos los tópicos y males de la sociedad Española: Son 6 en casa, sólo trabaja uno a media jornada (al que cariñosamente llamamos »el gordo» dada la evidencia) y no creo que ninguno de ellos acabase la ESO, hacen ruido a cualquier hora del día y de la noche, ponen música de mierda a todo volumen, se montan fumaderos de maría en la terraza, encienden fogatas dentro del piso y un largo, largo etcétera. No somos los únicos del bloque que lo nota, pero nadie dice nada.

Pensamos en dedicarnos a hacerles putadas en nuestra más tierna y prepúber adolescencia, pero la idea de gastar tiempo, esfuerzo e ideas para joderles no nos pareció satisfactoria.

Llevaba un par de meses notando que la conexión a internet andaba mal, pero entre que últimamente por aquí no paramos y algunos cambios que estuvo haciendo el proveedor y no nos preocupamos demasiado. Ya sabemos que aquí el ADSL no es para tirar cohetes. Hace un par de semanas el propio ordenador me lanzaba un aviso de que algo se acoplaba a mi IP. Y noté que cuando »el gordo» que es el que su cuarto está encima del mío estaba en casa, la conexión se me ahogaba y saltaba el aviso. Mis vecinos de abajo no podían ser porque son demasiado mojigatos para pensar en la existencia del Wi-Fi y nunca están en casa. Ayer, aprovechando un rato libre, nos metimos en la puerta de enlace del router y descubrimos que teníamos los puertos configurados para el eMule (programa que en mi casa hace años que no se usa por estar obsoleto) a parte de las evidencias de siempre de que te roban el Wi-Fi. Es decir, que encima de escoria, sucios, tagavallas, sidosos, molestos, follamuertos, fumagardenias y cavernícolas… ¡Cutres! ¡Muy cutres!

No teníamos ninguna contraseña amariconada del tipo »admin» ni nada de eso. Teníamos una que alterna números y letras de 12 dígitos. Pero en vista de que mi conexión y mi posible privacidad ha sido violada por un deshecho cualquiera, la cambiamos y pusimos otra más por si acaso. No la puedo configurar en WPA2 porque para los móviles es imposible conectar. Así que espero que no se repita el asunto o subiré con el bate a repartir justicia divina.

Si hubieran sido unos pobres estudiantes que no tienen dinero y se te acoplan para navegar, no sería algo que te tocase tantísimo las narices e incluso podría compartirlo. Pero tratándose de mierda de gente de ese calibre, me jode no haber podido probarlo, denunciarles y pagarme la universidad a su costa.
Ahora, si les sucede algo, yo no tengo nada que ver en ello.
Otro día os contaré cómo mi vecina de abajo le pega intensas palizas a su marido y el otro llora desconsoladamente.
• Freak On A Leash – Korn