Desde tiempos inmemoriales, las personas han disfrutado con las historias épicas de amor. Ya lo demostró Homero en la Odisea hace casi 3000 años. Al quedarse sin temas, se entró en la temática de relación casi imposible entre un ser no humano evolutivamente superior y un humano, ya que le sube la autoestima la especie. Súmesele un trío amoroso con un vampiro y un licántropo con ganas de jugar con la comida y habrás llamado la atención del público. Más aún cuando -dicen- le plagias un libro a tu compañera de carrera y que encuentras una buena editorial donde esparcen copias por todos los rincones del mundo hasta convertirlo en un Best Seller. Desgraciadamente los Best Seller en los libros no suelen ser sinónimo de calidad, sino que al igual que en la música y el cine significa que tienes una buena editorial que ha sabido hacerte publicidad. Puedes convertir el éxito en un fenómeno a partir de una obra que, viendo el tipo de público que lo sigue, asumo que es ligero de leer, sin vocabulario fuera de lo común, frases cortas y sin complicaciones.
Actualmente un éxito se traduce en montañas de dinero. El éxito con un libro también se traduce en hacer una película (bueno y merchandising) y que los fans acudan de forma masiva a verla (generalmente, cuando tienen criterio, se dedican a despotricar de lo mal adaptada que está). La historia de Crepúsculo como adaptación cinematográfica es un tanto curiosa. Por muchos fans que tuviera el libro, la historia original no les terminó gustar el guión a las grandes productoras, así que decidieron modificar el guión (para mejor, he de suponer, porque joderla más es imposible). Esto ocasionó disputas con la supuesta autora del libro, que quería meterle mano a la película y así quedó. El proyecto acabó por cancelarse hasta que llegó una productora fantasma. Summit Entretainment, que apareció de la nada, parece una productora creada para blanquear dinero; visto que desde 1996 lo único que han producido han sido las películas de la saga Crepúsculo (sospechoso es). Bueno para ellos porque vista una de las películas (no sé cual, tampoco me importa) los costes de producción deben haber sido bastante bajos en comparación con la brutalidad que recaudaron.
Entre decorados simples, efectos especiales bastante básicos, unos planos espantosos, mal maquillaje y una tirada de -malos- actores desconocidos (uno con cara de gato siamés sidoso y otro una mala copia de Rafa Nadal) o de capa caída (como era el caso de la Srta. Stewart), los costes de producción deben haber sido una tontería teniendo cuenta que recaudaron 30 millones de dólares la noche del estreno en una sola sesión, siendo además la sesión de las 12 de la noche, y eso que en IMDB tiene un 3,6 sobre 10. Realmente es un producto del fenómeno creado por los medios de comunicación y marketing (si Hitler hubiera tenido tal campaña de marketing ahora sería un héroe mundial y todos seríamos rubios). No tiene nada que ver con la calidad del producto. No se puede hacer una buena película de un libro malo.
Es de saber popular, o al menos antes lo era, que cuando te gusta algo te informas sobre ello. Eso no explica la cantidad de búsquedas en Google del tipo »Bram Stoker plagió a Crepúsculo»; queridas prepúbers, Bram Stoker creó el personaje de Drácula hace 113 años. Lo mismo para la sufrida Anne Rice, que se tocaba pensando en vampiros antes de que cualquier alocada quinceañera con dificultades para leer un libro normal naciera. Informaos antes de ensuciar algo tan maravilloso como internet. Y los vampiros en el sol se queman, izjnorantes.
Posiblemente si la película la hubiera dirigido Steven Spielberg, los actores estuvieran buenos (y que supieran actuar), le añadimos un par de polvetes, unas explosiones, sangre y si eso unos tiros, estuviéramos hablando de un peliculón en toda regla. Pero el mundo es cruel.
• Delorean – Team Sleep