El otro día fuimos a disfrutar al cine de Iron Man 3, cosa que no hacía desde hace bastante tiempo ya que se ha convertido en una de esas actividades culturales que hacen sólo los privilegiados y pueden tirar 9,60 en una entrada sencilla. Se trataba de una visita obligatoria.
La historia prometía, ya que se trataba de un Iron Man post-Vengadores y todo lo que ello implica. Los que han leído los cómics conocen las pequeñas depresiones que un hombre rico y afortunado que ha vivido los horrores de casi morir múltiples veces, como Tony Stark tiene preiodicamente, que suelen conllevar a inventos muy locos y geniales.
Además se presentaba como antagonista el gran y esperando Mandarín, el cual habían ido preparando durante las dos películas anteriores. Para los que no estén familiarizados con los cómics, el Mandarín es el eterno antagonista de Iron Man, su Lex Luthor o su Joker personal. La historia del Mandarín es bastante particular, ya que en los cómics se trata de un ‘chino mandarino‘ (sin ofender) de verdad, con todo el pack tópico incluído: La paciencia oriental, la tenacidad, artes marciales y el genio científico. Por si no bastaba con eso, la historia del Mandarín incluía ‘magia‘, que es como llamamos a la tecnología o ciencia que no conocemos. Del poder de una nave alienígena loca estrellada y de la sabiduría científica del Mandarín, surgieron los diez anillos que le convertían en un rival muy difícil de vencer (ahora os empieza a sonar). En resumidas cuentas, el Mandarín es el que empujó indirectamente a que Stark se convirtiese en Iron Man en esa cueva perdida en medio del desierto, es la razón por la que Iron Man debe mantenerse alerta y mejorar siempre.
Los villanos que apresaron a Tony Stark en la primera película y también en el cómic original, eran esbirros de los Diez Anillos, que en realidad estaban encabezados por el Mandarín. Aquí comprenderéis mis esperanzas de verla. La figura del Mandarín es la del jefe final de esta triología, un evento que sin duda merecía la pena ver.
Después de esta introducción guarrindonga, metámonos al turrón: Os voy a confesar que Jon Farveau me gusta como director (por si no lo sabéis, dirigió las primeras dos películas). Es lo suficientemente detallista como para dirigir ciencia ficción, algo que no todo el mundo puede hacer y sabe encajar con eficiencia las escenas de acción. A pesar de que no es su punto fuerte. Hacer cine de cómics no es fácil, usualmente se intenta abarcar muchas décadas de tramas, giros, eventos muy grandes y líneas argumentales muy complejas en apenas 90 o 100 minutos de metraje.
Si poníamos las cartas sobre el tapete, teníamos: A un imparable Robert Downey Junior como protagonista, a Gwyneth Paltrow de coprotagonista la cual se compenetra totalmente con el protagonista, el propio Jon Fraveau haciendo de Happy, Don Chandler de War Machine, un Mandarín encarnado por Ben Kingsley (esto iba a ser muy grande) y, finalmente a Guy Pearce que al fin y al cabo vende entradas y cada vez tiene la boca más grande.
Esta película empezaba a oler extraño, Jon Farveau no consiguió llegar a un acuerdo con Marvel y le cedieron la dirección a Shane Black un tío al que se le dan bien las historias rancias de detectives y que no había tomado la dirección de un largometraje desde 2005, el poderoso Stark se le quedaba bastante grande. El segundo toque de atención llegaba desde China: Si la historia del Mandarín no se modificaba, la película no se proyectaría en el país del Sol naciente; lo que supondría una pérdida importante de taquilla para Marvel. De ahí la estética más árabe que oriental del villano y de todo su séquito.
[AVISO: Comienzan spoilers]
Si bien, el principio de la película comienza con un vergonzoso ritmo noventero, la historia se desarrolla causando interés en el espectador (cabe comentar la entrañable aparición de Yinsen) y tanto la explicación del comienzo del virus Extremis como la desapercibida a la par que cruel primera aparición de Aldrich Killian interpretado por Guy Pearce, el ritmo de la película se torna un poco personal, con problemas de pareja y bastante mundano por decirlo de alguna manera. Stark con sus pequeños ataques de pánico y sus problemas para dormir, sus peleítas psicóticas con Pepper y la obsesión de Happy por controlarlo todo en su nuevo puesto en Industrias Stark.
Uno de los elementos que se ha echado en falta es el de Tony en el taller. Con Tonto y JARVIS. Tony Stark, como buen Ingeniero Mecánico y creador, pasa muchos de sus momentos personales relevantes en su taller. Es muy cierto en esta ocasión, la mansión Stark es completamente destruida, aún así, el momento de revelación que suele tener mientras crea o trabaja, es muy necesario. A parte de eso, no parece nada lógico que un hombre de ciencia no se haga un «buckup» de su trabajo o tenga un lugar seguro por si las moscas. Stark es alocado y egocéntrico, pero no idiota. El momento en el que la mansión es bombardeada y Stark se queda con un mero prototipo que no funciona del todo bien es totalmente incompatible con la personalidad paranoica como la de un científico/ creador y más siendo Tony Stark.
Diferencias a parte, la mayor decepción de la película es descubrir que el Mandarín como tal, no existe. Ben Kingsley ha hecho de antagonista en muchas películas, sabemos que estaba a la altura del papel y eso era lo más emocionante. Sin embargo, al final descubrimos que se trata de una burda parodia y que Ben Kingsley interpreta a un acto drogadicto -muy hilarante, por cierto- creando así una falsa imagen de ‘terrorista’ y siendo Guy Pearce el cerebro de todo, a pesar de que no tiene suficiente carisma. Esa y los chistes malos por todas partes. Y los agujeros de guión como túneles.
Puede que se trate de un tipo de modernización o de hacerlo más realista. Donde sí sería posible que una empresa fuera la que moviera los hilos de medio mundo con el fin de adquirir poder, al fin y al cabo es algo que vemos a diario. Sin embargo, si el propósito era ese, ha quedado ineptamente explicado y lo han tapado las toneladas de explosiones, y efectos especiales que en algunos casos eran innecesarios. Faltaba que el productor fuera Michael Bay. Por cierto, la escena de la caída del avión, aunque es relleno de la película, se hizo de manera real y es un esfuerzo digno de reconocer.
En cuanto al virus Extremis, su historia en el cómic es mucho más extensa y complicada que una botánica que crea un mal proyecto explosivo. De hecho, el Mandarín lo utiliza para recuperar su manos después de que se las cortasen para perder el poder de los diez anillos. Tiene bastantes conceptos científicos y tecnológicos que habrían hecho una pelicula mucho más interesante de lo que ha sido. Os avanzo que el tema del virus Marvel no planea dejarla ahí plantada, pero se están volviendo demasiado avariciosos y no están respetando sus propias historias.
El final trata de resumir demasiadas cosas en muy poco tiempo, no dejando demasiado espacio al cambio de actitud completo que sufre el personaje de Stark. Intentando dejar algún tipo de incertidumbre, pero dando una sensación de completo vacío al espectador.
Dada la incertidumbre de la continuidad de los actores en las siguientes películas, el famoso clip final no dice absolutamente nada. Es tan simple que fue improvisado y grabado en un par de horas por Robert Downey Jr. y Mark Ruffalo.
Tengo a pocos directores en mi lista negra, pero Shane Black tiene todas las papeletas de haberse ganado un sitio.
[Hasta aquí los spoilers]
Puede que esperase una película del tipo Nolan, o que esté demasiado acostumbrada a los eventos locos de los cómics. No lo fue. A otra gente le ha gustado la película, normalmente a gente que no ha leído un cómic en su vida. A mí me ha decepcionado por completo. Eso no quita que recomiende verla por si a mi se me ha amargado el sentido del gusto o me estoy volviendo demasiado exquisita. Es todo culpa de Batman.
Al fin acabo el post. Marvel ha anunciado que habrá Iron Man 4 con o sin elenco principal original. Cosa que ha me hace emitir un gran resoplido de disgusto.
· Lights (Bassnectar Remix) – Ellie Goulding