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El final de Fringe (con spoilers)

Me he estado resistiendo a ver la quinta y última temporada de Fringe, la premisa que ofrecía no me convencía. El tema de la hija perdida se me antojaba un drama muy pesado. He cedido ante determinados comentarios positivos y puedo decir que la temporada en general es sobresaliente.

Con su final ya digerido, puedo decir que Fringe es una de esas series que merece tener como colección en tu videoteca. De principio a fin. A pesar de los contrastes que no saben demasiado bien, como que en un principio los Observadores sean los invasores del futuro cuando en temporadas anteriores son, o mejor dicho, September es el que despierta un misterio recurrente muy interesante y termina ayudando a Walter; la historia acaba teniendo sentido y hacen que arezca posible, una de las características de la serie: eventos muy extraños que investigados tienen sentido y si alguien se lo propusiese podrían ocurrir.

Es una temporada bastante dramática que se complementa con mucha acción, lo que hace que haga más ligera. Lo problemas son los de siempre, algo que a veces puede resultar cansino: problemas entre Peter y Olivia, Walter luchando contra el destino y en esta ocasión, la hija perdida, encontrada y vuelta a perder de nuevo (por suerte, no dieron mucho el coñazo con eso). Todo con el transfondo de una dictadura de seres humanos del futuro tecnológicamente muy superiores que se han cepillado su medioambiente (algo que cuadra perfectamente con el carácter de la especie) y el de un plan perdido que Walter no recuerda para derrotarlos.

Me apena que un misterio tan fabuloso como el de los Observadores se resuelva como «humanos del futuro que han perdido los sentimientos», a pesar de que la explicación que le da nuestro amigo September a Peter en el final de la cuarta temporada deja una sensación espléndida. La distopía futurista ambientada en 2036, mezclando elementos retro con alta tecnología, básicamente la época en la que estamos ahora (viajar en un autobus destartalado de aspecto soviético mientras utilizamos nuestros terminales táctiles que son un milagro de la tecnología). La persecución política, el ambiente de miedo, la miseria humana y el ostentoso nivel de vida de los que controlan al rebaño, uniformados, en época actual no nos puede parecer tan lejano. Y posiblemente, dentro de 20 años será así.

J.J. Abrams sigue con su objetivo de crear una Ciencia Ficción de la de antes y que con los efectos visuales se está perdiendo, donde el suspense y lo que se intuía eran los elementos pesados. El misterio era el rey y no un robot gigante creado por ordenador. La practica conlleva a la perfección y en esta ocasión, Abrams y sus guionistas, sin delegar (gran error que cometió en Alias y en Lost), lo ha conseguido. O casi. La ambientación visual es excelente.

El final definitivo, la última secuencia, a mí, personalmente no me gustó. Forzar el hecho malo cuando todo está atado y bien atado, metido a tornillo en el cierre. No deja un sabor amargo, quizá un poco, pero deja bastante indiferente. Por meter un giro de guión en el último momento, cuadrar todo y dejar un espectador satisfecho después de haber sufrido 5 años con los personajes, el final no quedó bien. Walter, el personaje que le da vida a la serie, interpretado por un magnífico John Noble; consigue vencer lo que tanto temía: convertirse en el Walter malo, haciendo lo que tanto ha evitado, sacrificarse y no terminar su vida con su hijo de manera feliz.

Fringe no es Lost, principalmente porque el cabrón de Damon Lindelof estaba ocupado cargándose Prometheus. En esta ocasión las cosas quedan explicadas, los espectadores agradecemos profundamente. Es una pena que se acabe una serie tan buena, pero es un mal necesario antes de que se viera convertida en una serie con temporadas hechas de capítulos de mero relleno.

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Crónica Series

El final de House

Acabo de terminar la octava y última temporada de House, donde se le daba una conclusión al personaje. A primera instancia, no me ha dejado demasiado impresionada. El final mejora el ritmo que empezó a decaer hacia la mitad de temporada, donde los capítulos se vuelven casi iguales (ahem), cosa que suele ocurrir habitualmente en esta serie pero con un ritmo más bajo aún.

¡ATENCIÓN: Spoilers varios!

Comencemos por el principio: House sale de la cárcel, por motivos que ya atisbamos en el final de la séptima temporada cuando Cuddy se marcha, la lía parda. Durante los siguientes capítulos ocurre lo previsible: sale con la condicional, recupera el servicio, reensambla un equipo con nuevas incorporaciones y recupera a Wilson. Detalle peliagudo: Ahora Foreman es el director de hospital.

Esta temporada ha llevado una línea bastante previsible disfrazada de cliffhanger (giro inesperado de guión), aunque en algunos capítulos sigue dejando buen sabor de boca. Hacia la mitad de la temporada se intenta remontar un poco el ritmo, sucede el apuñalamiento de Chase, con una comisión de investigación y todo muy descafeinado.

Hago una breve seña al hecho de que para un procedimental, ocho temporadas que mantener son muchas, los guionistas han ido haciendo un buen trabajo para mantener la serie como una de las mejores que permanecían en antena actualmente. Es fácil que nos deje un poco vacíos el final de House, sobre todo, teniendo en cuenta que su pico fueron la 3ª y 4ª temporadas. Conociendo esto, los guionistas intentaron desarrollar una trama similar.

Hubiera sido un final más dulce si hubiera tomado el rumbo del capítulo 16: Wilson descubre que tiene un hijo, House descubre que puede tener una vida con Dominika, etc. Sin embargo, se ha optado por algo más dramático: Wilson sufre un cáncer incurable (oh, la ironía) y House muere pero no muere. Nadie lo esperaba, nadie se sorprende. Se han tirado mucho de los giros de guión pero siempre, de una manera un tanto predecible. Cada persona a la que le he comentado que había visto el final, me preguntaba lo mismo: «¿Al final muere?», por lo autodestructivo que todos conocemos del personaje.

«Everybody Dies» (8×22), probablemente no sorprenda a nadie. Se ha intentado utilizar la misma premisa que se utilizó en uno de los mejores capítulos de toda la serie: La Cabeza de House (House’s Head, 4×15) y El Corazón de Wilson (Wilson’s Heart, 4×16), en el que House indaga en su propio cerebro, personificando su conciencia condimentado de casos sin mucho interés. No se logró conseguir el mismo efecto, puede que por estar demasiado utilizado. Sin embargo, la historia de la amistad de House y Wilson pueda que sea una de las mejores desarrolladas, profundas y completas de la historia de las series de la televisión y le da un final digno. Pena que al resto de la serie no.