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El arte de comer

Cada uno tiene su momento zen del día. O debería tenerlo. Yo lo considero una parte muy importante del día (sobre todo con el ritmo frenético que tiene todo el mundo) porque es muy útil para resolver problemas, tener ideas y ordenar la cabeza.

Algo que he observado últimamente es que la gente no disfruta de comer. Disfrutan cebándose como cerdos, comiendo impulsivamente, pero no saborean lo que comen, no se toman su tiempo para masticar, hacer el bolo con propiedad. Tener un momento de tranquilidad al día es fundamental para el correcto funcionamiento del cerebro, es el único que trabaja todo el día, necesita un descanso, y en una vida en la que uno se pasa el día corriendo, estos pequeños momentos del día son los que hacen que el cerebro se relaje y funcione con mayor propiedad. Es extrapolable a cualquier pequeña cosa  del día: la ducha, un paseo en coche, cinco minutos de silencio, acurrucarte en un regazo caliente cada noche, etc. Algo de lo que se disfrute en toda su plenitud con sencillez y haga un «reseteo».

Las cosas se ven de otra manera cuando te tomas un momento de respiro, lo que yo llamo «el momento zen», podéis llamarlo como queráis. Si el cerebro lo agradece, la salud también lo agradece, la creatividad y la serenidad. Creo que es algo a tener en cuenta. Pequeñas revelaciones diarias que mejoran tu calidad de vida.