Creo que ya todo el mundo sabe -más o menos- que el pasado sábado murió Amy Winehouse. Digo murió, así en cursiva, porque viendo un reportaje sobre el tema, la mujer era bastante infeliz (y teatral, pero eso lo son la amplia mayoría de los artistas en general) y supongo que como todo el que tiene un mal vicio en algún momento -a parte de honrar a su apellido-, pensó que daba igual si se pasaba. Sabéis a lo que me refiero.
Esto puede chirriar, pero era algo fan de la música de Amy Winehouse. No de su imagen de víctima, ni de su estética, ni de sus numerosos escándalos, como dicen en algunos de reportajes que era lo que gustaba de ella; era una mujer de origen humilde con talento a la que le llegó demasiado éxito en un espacio demasiado corto de tiempo, y, como suele pasar, se echó a perder a sí misma. Una pena, pero iba a pasar tarde o temprano, todo el mundo lo sabía y nadie hizo nada, así que no sé porqué tanta sorpresa y drama ahora.
¿Por qué tantos músicos mueren a esa edad? »El club de los 27» como los llama la prensa. A mi punto de vista: aleatoriedad numérica + edad difícil. Me queda un tiempo para pasar por los 27 por lo que no puedo hablar con seguridad, pero supongo que al empezar a atisbar los 30 y quedar tan atrás los 20, generalmente desperdiciados, se tienen que empezar a replantear demasiados asuntos. Añádasele la cantidad de muertos que genera el mundo del espectáculo y tendremos un club de los 27, pero también de los 28, de los 29, de los 30 y así sucesivamente. No es ninguna edad maldita.
• Another Version Of The Truth – NIN