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¿Y aquí quién se mueve?

Ayer, viendo una película futurista, la película ‘Perseguido’ de 1987 basada en la novela homónima de Stephen King, tuve la sensación de que era una metáfora de lo que está ocurriendo actualmente: los malvados planes mundiales revelados por Wikileaks, el extremo control de los aeropuertos, medidas adoptadas por los políticos cada vez más conservadoras o la cada vez más notable desigualdad social . No estoy segura de si hace 20 años, la gente al ver esa película recién estrenada en el cine tuvo la misma situación o es que el panorama mundial está tan jodido.

Si nos ponemos a revisar la mayoría del cine y literatura futuristas, un amplio porcentaje imaginan un futuro no muy lejano plagado de censura, lavados de cerebro y estricto control por parte de los de arriba (ya sean los Gobiernos o las corporaciones, valga el pleonasmo) mientras hacen el mal a sus anchas. Quizá son obras visionarias, quizá los autores de estas cintas y libros veían el rumbo que estaba tomando el mundo años atrás o quizá es un accidente. Cierto es, que siempre se ha pensado que un desarrollo tecnológico sería un recorte de derechos de la ciudadanía, pues ayudaría a fomentar el control y la vigilancia, un Gran Hermano que creó Orwell en su obra 1984 y que han reflejado multitud de películas en mayor o menor medida.

Todas estas películas tienen un elemento común a parte de sus bases en las novelas 1984, Un Mundo Feliz o La Huida de Logan y es un revolucionario, una figura que tira todo ese sistema corrupto y le da las riendas al pueblo llano. Hoy día, los internautas perfilan a Julian Assange como posible figura libertadora, incluso he llegado a leer, que se considera una figura más grande que el Ché.

No soy mujer de fe, así que si no lo veo, no lo creo. Y lo que veo es la misma gente que hace unos meses, esclava del consumismo, la corrupción y acomodada a pesar de ser cada vez más pobre. Les recortan los derechos y no dicen nada, les muestran que están jugando con ellos y tampoco se mueven.
Puede ser que la pequeña batalla ganada ayer, cuando se logró tumbar la Ley Sinde (provisionalmente, el 18 de Enero volverán a la carga), anuncie el inicio de una guerra del pueblo contra los de arriba o que sólo se quede en eso.

Ha aflorado el término ‘ciberguerra‘ como la esperanza de los internautas, un concepto que me hace algo de gracia. Los gobiernos de todo el mundo están intentando censurar al único medio libre que existe (luego critican a China), una prueba de ello es el ACTA. Los ciberactivistas declararon la ciberguerra, que consiste en hacer un ataque DDOS masivo contra determinados objetivos para demostrarles su descontento. En algunos casos como el de PayPal consiguen hacer un daño económico y en otro, le dan una mala tarde al webmaster. Pero todo sin salir de casa.

Se han conseguido cosas, es algo de lo que debemos estar orgullosos. Pero es algo que acaba de comenzar, en lo que hay que luchar por todos los medios, no sólo poniendo el LOIC y hay que sacar a la gente de la ignorancia. Y todo eso no se hace desde el sofá ni desde internet, se hace en la calle.

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¿Y aquí quién se mueve?

Ayer, viendo una película futurista, la película ‘Perseguido’ de 1987 basada en la novela homónima de Stephen King, tuve la sensación de que era una metáfora de lo que está ocurriendo actualmente: los malvados planes mundiales revelados por Wikileaks, el extremo control de los aeropuertos, medidas adoptadas por los políticos cada vez más conservadoras o la cada vez más notable desigualdad social . No estoy segura de si hace 20 años, la gente al ver esa película recién estrenada en el cine tuvo la misma situación o es que el panorama mundial está tan jodido.

Si nos ponemos a revisar la mayoría del cine y literatura futuristas, un amplio porcentaje imaginan un futuro no muy lejano plagado de censura, lavados de cerebro y estricto control por parte de los de arriba (ya sean los Gobiernos o las corporaciones, valga el pleonasmo) mientras hacen el mal a sus anchas. Quizá son obras visionarias, quizá los autores de estas cintas y libros veían el rumbo que estaba tomando el mundo años atrás o quizá es un accidente. Cierto es, que siempre se ha pensado que un desarrollo tecnológico sería un recorte de derechos de la ciudadanía, pues ayudaría a fomentar el control y la vigilancia, un Gran Hermano que creó Orwell en su obra 1984 y que han reflejado multitud de películas en mayor o menor medida.

Todas estas películas tienen un elemento común a parte de sus bases en las novelas 1984, Un Mundo Feliz o La Huida de Logan y es un revolucionario, una figura que tira todo ese sistema corrupto y le da las riendas al pueblo llano. Hoy día, los internautas perfilan a Julian Assange como posible figura libertadora, incluso he llegado a leer, que se considera una figura más grande que el Ché.

No soy mujer de fe, así que si no lo veo, no lo creo. Y lo que veo es la misma gente que hace unos meses, esclava del consumismo, la corrupción y acomodada a pesar de ser cada vez más pobre. Les recortan los derechos y no dicen nada, les muestran que están jugando con ellos y tampoco se mueven.
Puede ser que la pequeña batalla ganada ayer, cuando se logró tumbar la Ley Sinde (provisionalmente, el 18 de Enero volverán a la carga), anuncie el inicio de una guerra del pueblo contra los de arriba o que sólo se quede en eso.

Ha aflorado el término ‘ciberguerra‘ como la esperanza de los internautas, un concepto que me hace algo de gracia. Los gobiernos de todo el mundo están intentando censurar al único medio libre que existe (luego critican a China), una prueba de ello es el ACTA. Los ciberactivistas declararon la ciberguerra, que consiste en hacer un ataque DDOS masivo contra determinados objetivos para demostrarles su descontento. En algunos casos como el de PayPal consiguen hacer un daño económico y en otro, le dan una mala tarde al webmaster. Pero todo sin salir de casa.

Se han conseguido cosas, es algo de lo que debemos estar orgullosos. Pero es algo que acaba de comenzar, en lo que hay que luchar por todos los medios, no sólo poniendo el LOIC y hay que sacar a la gente de la ignorancia. Y todo eso no se hace desde el sofá ni desde internet, se hace en la calle.